analíticas

martes, 18 de junio de 2013

Sketch de Hellboy, por José Fonollosa

Y llegaron unas nuevas Jornadas de Avilés. Este año mis dos grandes objetivos eran conseguir sketches de Cameron Stewart y Ariel Olivetti. En este caso, parecía más sencillo lo de Olivetti frente a lo de Stewart. Yo solo iba a pasar los dos primeros días en Avilés que eran en los que aparecía Olivetti en el Programa. El turno de Cameron llegaba el Viernes, un día en el que ya estaría lejos de la localidad asturiana. Después de la tensión terrazera del año pasado decidí tomármelo este año con filosofía. Esto quiere decir acudir más a los actos oficiales, que incluyen firmas, que a los no oficiales. Así que lo primero que hize es acudir a la Conferencia de Ariel Olivetti. Antes me encontré la presentación de los invitados este año, aunque llegué tarde y no sabía muy bien quienes eran los autores que estaban sentados en el escenario, primer gran error del día (En mi descargo diré que tengo la sensación que comenzaron el acto antes de la hora prevista...). A renglón seguido llegó la charla de Ariel. Fue fantástica. El autor argentino se mostró muy agradable y dispuesto a hablar de todo. A destacar una anécdota suya y de Eduardo Risso con Mignola y algún problema idiomático en los Estados Unidos. Como digo una gran charla. Una vez finalizada allí que fuimos abalanzados para que nos hiciera una dedicatoria. Yo quedé más o menos por la mitad de una cola de unas 40 personas. Como digo, quería tomarme las cosas con algo de filosofía y suponía que habría dibujo para todos. En realidad, por parte de Olivetti, así era. Empezó a dedicar sketches a todo el mundo. Sin embargo, tras una hora de cola llegó la hora de cerrar la Casa de Cultura de Avilés, algo con lo que yo no había contado...A pesar de ello, Ariel dijo que continuaría en las terrazas, estaba tan solo a tres personas de llegar a mi objetivo. El dibujante se sentó en la terraza y cuando terminó su primera dedicatoria se acercó la organización a él para decirle que tenía que dejarlo para irse cenar. Vaya. Con eso tampoco había contado...Claro que ellos como nosotros necesitan llenar el buche de vez en cuando...Así que concluyó la primera jornada y me fuí de vacío al hotel, algo que no me había pasado ningundo de los dos años anteriores a pesar de ir tan solo un día.
Tras una noche en la que dormí poco, supongo que también por la mala uva. Regresé a la cafetería. Charlando con algunos colegas y tras exponerles lo que me pasó el día anterior su consejo fue que me quedara en la zona de la cafetería y que fuera a saco. Me lo apunté en las neuronas a fuego vivo. El primero en llegar fue Gary Erskine, a este también le tenía apuntado entre mis objetivos aunque no era de los principales. Se fue a sentar en la mesa que tenía a mi espalda. Lo tenía a huevo. Pero decidí contenerme y ser un poco educado. Qué menos que el hombre se puede acomodar y tomar dos sorbos de café. Sin embargo, en seguida, se abalanzó un aficionado pidiéndole un Juez Dredd. Él encantado se lo hizo y con qué detalle. Por cada dibujo se tiraba más de media hora. No perdí comba y me apunté en lista. Estaba en el quinto lugar más o menos. Yo pensaba que nada mal...sin embargo, viendo el ritmo al que dibujaba temí que la hora de la comida se echara encima y de nuevo me fuera de vacío. Hay que tener en cuenta que era ya mi último día en Avilés...la mayoría de los aficionados que están en la terraza se tiran allí toda la semana.
En eso veo que se acerca el artista nacional José Fonollosa. Está muy tranquilo y la gente estaba entretenida con otros artistas. En la carpa Ariel Olivetti daba una rueda de prensa. En este caso, no me lo pensé y decidí dejar los reparos a un lado e intentarlo. Al pobre no le dí tiempo ni de sentarse...Le pedí un dibujo y él de forma muy agradable se prestó a ello. Por supuesto, qué menos..., le invité a un café con leche. Le pedí una Liz Sherman. No por nada...es que me pilló el tema tan de improviso que no había pensado nada. Así que le dije el primer personaje que me vino a la mente. Él no la conocía así que se lo dejé a su elección. Me introduje a la cafetería y cualdo regresé con su café ví que estaba realizándome este fantástico Hellboy. Yo le había comentado que Liz pertenecía a la AIDP y él sabía que se trataba de la organización para la que trabajaba, en su día, Hellboy. Tras un rato charlando sobre Mignola, Guy Davis o Duncan Fegredo, concluyó su dibujo y me lo firmó. Por fin, mi suerte comenzaba a cambiar en Avilés...

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